Una década de lechazo de calidad
Sábado, 3 de Noviembre de 2007
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Fuente: Diario de Burgos
La Indicación Geográfica Protegida Lechazo de Castilla y León se fundó en 1997. En diez años de andadura ha conseguido multiplicar por cuatro el número de ganaderos adscritos a ella y por diez el número de animales sacrificados.
La Indicación Geográfica Protegida Lechazo de Castilla y León conmemoró el décimo aniversario de su constitución. Una década en la que ha conseguido hacerse un hueco, todavía pequeño pero con grandes perspectivas de crecimiento, en el panorama gastronómico nacional y su producto ha quedado inscrito con letras mayúsculas entre los alimentos de excepcional calidad de todo el panorama español.
Imagen de las últimas jornadas gastronómicas realizadas del Lechazo de Aranda |
La aventura echó a andar oficialmente en el otoño de 1997, aunque hay que remontarse varios años antes para conocer sus verdaderos orígenes. Corría el año 1993 cuando un grupo de ganaderos, profesionales de la hostelería, la Unión de Cooperativas de Castilla y León (Urcacyl) y cooperativas a título individual decidieron embarcarse en una iniciativa encaminada a crear un marchamo de calidad que diferenciase a aquellos lechazos que demostrasen unas características cualitativas excepcionales.
Cuatro años de gestiones, negociaciones, estudios para determinar las razas que quedarían amparadas por este precinto y su ámbito de actuación y contactos con las administraciones para conocer los pasos a dar para obtener la Indicación Geográfica Protegida dieron por fin sus primeros frutos en septiembre de 1997, cuando la Junta de Castilla y León aprueba el reglamento que lo regulará y reconoce a su primer consejo regulador y, solo dos meses más tarde, la Unión Europea la ratifica y la inscribe en su registro de IGPs y Marcas de Calidad.
La apuesta es por las razas autóctonas, churra, ojalada y castellana, y un pequeño anillo colocado en los cuatro cuartos de las canales, que también ha evolucionado desde el metal original hasta materiales más sofisticados e ignífugos, se convierte en su principal distintivo y hoy en día permite, con solo un vistazo, identificar si el lechazo que estamos comprando o nos están sirviendo en un asador pertenece a la IGP.
Como casi todos los comienzos, fueron humildes. Ya en el último trimestre de 1997 se sacrificaron 5.000 ejemplares, cifra que se elevó hasta los 15.000 durante todo el año siguiente. Su evolución ha ido en positivo desde ese momento y en la actualidad, en lo que se lleva de 2007, se han alcanzado las 130.000 canales. Una cantidad que, teniendo en cuenta que aún no ha pasado la época más fuerte del año, la Navidad, se espera incrementar hasta, probablemente, alcanzar las 140.000.
También el número de ganaderos de ovino que han ido adhiriéndose a la iniciativa ha ido creciendo paulatinamente y el centenar que echó a andar al mismo tiempo que el proyecto, en estos momentos se ha multiplicado por cuatro, contabilizándose en la actualidad 416 inscritos.
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