Castañas asadas, evocador manjar...

Desde finales del mes de octubre las calles de la ciudad se han impregnado de ese aroma inconfundible que desprenden las castañas asadas, un agradable olor a madera que avecina el inminente invierno. ¡Qué felices nos sentimos cuando descubrimos ese primer puesto de castañas de la temporada en plena calle Zamora!, casi sin pensarlo y guiados quizás por los recuerdos de nuestra no tan lejana niñez nos avalanzamos hacia la castañera -o castañero- para pedirle ese típico cucurucho de periódico repleto de castañas humeantes y calentitas. Recubiertas de ese carboncillo negro que nos tiñe las yemas de los dedos, vamos pelándolas una a una, haciendo todo lo posible por no abrasarnos. Ya en nuestra boca, su carne se funde, sentimos su textura y su particular sabor...

La época de Navidad es cuando más aumenta su consumo, parece ser que los turrones y demás dulces navideños no hacen competencia a este sabroso y evocador manjar. Un nutritivo alimento que se agota a primeros de año pero del que podemos disfrutar siempre que queramos pues se venden en conserva, enlatadas e incluso congeladas.