Crónica desde Buenos Aires
Lunes, 9 de Julio de 2007
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Son apenas las 9 de la mañana y un escurridizo rayo de sol que se ha filtrado entre los orificios de la persiana me despierta. Me muero de sueño, ayer aterricé en Buenos Aires después de 13 horas de vuelo y aún siento los estragos del jetlag. Sin embargo, una bella ciudad aguarda ser visitada bajo el baño de un frío sol de invierno.
Me visto apresuradamente, como si temiera perderme algo, y sin desperdiciar un solo segundo, abandono el “departamento monoambiente” (un estudio), que he alquilado para mis vacaciones, y me dispongo a descubrir el mundo exterior. El ruido y el caos del tráfico me espabila, los porteños caminan con prisa por las calles, sin cruzar sus miradas… No puedo contener mi sorpresa cuando veo a un paseaperros que agarra con fuerza las correas de al menos 25 canes, pegados entre sí, les es difícil incluso hacer sus necesidades, no obstante todos obedecen con sumisión al paseante, que de vez en cuando les riñe para no perder la autoridad sobre la manada.
Me detengo ante una cafetería que ofrece un espectáculo digno de admirar: decenas de medialunas (croissants) se disponen una sobre la otra formando doradas torres a las que no puedo resistirme. Entro y escojo una mesita ubicada junto a la ventana, así puedo continuar disfrutando del ir y venir de los transeúntes. Dcha: Submarino con medialunas |
Camino por largas avenidas, siempre flanqueadas por majestuosos árboles que parecen haber estado allí toda una vida. Disfruto del ambiente inusualmente cálido y del particular olor que desprende esta impresionante ciudad: una mezcla de parrilla de carbón, humedad y polución. Como cualquier turista recorro los distintos puntos estratégicos e imperdibles de la urbe: la Casa Rosada, la Avenida 9 de Julio (la más ancha del mundo), el Obelisco, Corrientes...
Tanta actividad turística me despierta el apetito, como apenas es la una del mediodía, me conformo con un “pancho” (perrito caliente) que adquiero en un “kiosco city”. Me convenzo de que es el perrito más delicioso que he probado en toda mi vida y me juro a mí misma repetir la experiencia en venideras ocasiones.
Continúo mi camino por la Costanera, que bordea el famoso Río de la Plata. Su cauce es tan ancho que es imposible divisar su otra orilla, ello me crea una sensación extraña, como si caminara por el Paseo Marítimo de cualquiera de nuestras playas nacionales.
Casa Rosada |
Buffet del Rodizio |
Tropiezo con un restaurante llamado Rodizio del que he oído decir maravillas y no lo pienso dos veces; entro. El cubierto cuesta 65 pesos( unos 15 €) y a cambio uno puede degustar sin límite los mejores entrantes, fiambres, quesos y carnes. A mi entera disposición tengo bandejas repletas de arrolladitos de pollo, vitel toné, salmón rosado y unas piezas de “bife” que jamás olvidaré. He de reconocer que me excedo, pero al fin y al cabo ¿cuántas veces voy a estar en Argentina en mi vida?.
La tarde transcurre apacible: recorro numerosos mercadillos descubriendo verdaderas obras de arte a precios ridículos, visito Puerto Madero (el antiguo puerto fluvial de la ciudad que en los últimos años se ha restaurado y transformado en el “Nuevo Miami”, con decenas de restaurantes "posh" y pubs de moda), me acerco hasta el barrio de la Boca... y agasajo mi paladar con unos deliciosos sándwiches de miga primavera y jamón y queso, el snack de moda en la ciudad desde hace décadas. Dcha: No deje de probar los sorrentinos de jamón y queso, no le dejarán indiferente |
El precio asusta a cualquiera: ¡¡¡250 pesos!!! (65 €) pero la ocasión lo merece y además incluye una completa cena con corte de carne a la parrilla. Cuando llego a “Señor Tango” ya se encuentra abarrotado de expectantes comensales. El lugar es elegante; el escenario se enclava en el medio de una extensa planta rectangular de tres pisos en los que estratégicamente se distribuye el público.
La iluminación es perfecta y la atención del servicio excelente. El espectáculo supera todas mis expectativas y logra emocionarme hasta tal punto que mis manos se sienten doloridas de tanto aplaudir. |
Comentarios
Sebastián
Lunes, 26 de Julio de 2010
Con respecto a los vasos de submarino con base de metal, son algo tradicional, y tuvo usted suerte: ya es muy raro verlos en los cafés de Buenos Aires.
Eva
Lunes, 20 de Abril de 2009
Si te digo la verdad he visto vasos de submarino con base de metal en un puestecito del rastro de Salamanca, los vi hará un par de domingos, es un puesto que tienen complementos de cocina y la verdad es que está muy bien de precio. Suerte!
Invitado
Lunes, 20 de Abril de 2009
Estoy buscando un vaso de Submarino con base de metal. Donde se puede consiguir?
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