El poder sobrenatural de la comida
Jueves, 23 de Junio de 2011
Hosteleriasalamanca.es / Por Eva González
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La primera muerte de un familiar cercano es un momento de inflexión en la vida de una persona, de repente nuestra existencia pierde algo de sentido y nos asaltan decenas de preguntas para las que nunca encontraremos consuelo ni respuesta. Nos sentimos estafados, engañados y por vez primera somos conscientes de que la vida es tan bella como efímera, y que por ello hay que seguir mirando hacia delante, muy a pesar de la ausencia. Éste es tan solo un pequeño “bocado” de la historia de mi abuelo materno... |
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Su precoz viudedad- con tan solo 55 años- le integró desde siempre en nuestra rutina familiar: además de traernos cada mañana la prensa y el pan aún calentito, a mediodía almorzaba con nosotros, e incluso de vez en cuando, y sobre todo durante sus últimos años, no podía evitar echarse una pequeña cabezadita sobre las peladuras de su adorada manzana. Y es que como él decía era la única fruta que le sentaba bien y por tanto la única que servidora le vió comer durante mi primer cuarto de siglo de vida.
Sus particularidades alimentarias siempre me llamaban al principio la atención, aunque a fuerza de verlas acababa acostumbrándome a ellas. Cuando no era más que una mocosa mi abuelo repentinamente decidió que su cena consistiría a partir de ese momento en una sopa de starlux, una lata de conserva (casi siempre de sardinas) y por supuesto una manzana. Años después, me imagino que hastiado del metal, cambió el segundo plato por un sencillo huevo frito, que como él decía “le sabía a gloria” y que conservó en su cena durante otra década más.
Para tratar de contrarrestar esa extravagante dieta, mi progenitora cada mediodía hacía auténticos malabares culinarios, aunque los “peros” eran bastante habituales en mi abuelo: nada de lácteos, azúcar o pasta, tampoco mariscos, cerdo ni por asomo y pollo y pescado solo si estaba lo suficientemente “disfrazado”. Todo un reto sin duda hasta para el más experimentado cocinero.
Precisamente en esos momentos de comida familiar, y en torno a ricos pucheros maternales, las anécdotas brotaban en cascada del discurso de mi abuelo. Un destello le iluminaba los ojos mientras revivía su feliz infancia en Lumbrales, los duros años de Guerra Civil en Salamanca, sus particulares hazañas en el Barrio Chino y sus escapadas al amanecer cuando tan solo era un adolescente para ver el temido “paseíllo” que le daban a los contrarios al régimen.
Durante décadas, el comedor de casa fue el escenario en el que se iban construyendo pinceladas de su existencia, recuerdos que se hilvanaban en una caprichosa línea imaginaria de tiempo. Asistíamos en primera fila a la película de toda una vida, que nos parecía tan fascinante como imposible, tan difícil como hermosa, tan ajena como propia…
Fueron años de descubrir, de escuchar, de compartir, de aprender y de comprender, años que hoy recuerdo con una mezcla de cariño y aflicción. Pero también fueron situaciones que sucedieron en torno a una mesa y frente a un –fabuloso- plato de comida.
Os invito por ello a descubrir la magia de ese momento, a admirar ese poder sobrenatural que posee la gastronomía para evocar instantes vividos. Sabores, aromas y texturas que tienen la súbita capacidad de transportar la mente a otro tiempo, de desenterrar hasta los más olvidados recuerdos. La comida en familia es por tanto un valiosísimo canal de comunicación, que propicia reencontarnos con los nuestros.
Es sencillamente algo extraordinario, como también lo fue mi abuelo...
Eva González Hernández
Directora General de Hosteleriasalamanca.es
Comentarios
Miguel
Viernes, 7 de Octubre de 2011
Muy bello Eva, haces sentir la ausencia de tu abuelo en tu vida y en tu mesa.
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Paloma
Lunes, 27 de Junio de 2011
Marta te agradezco tu comentario hacia mi padre,la verdad es que Eva no podia haber escrito este articulo mejor y con tanta sensibilidad me emociono mucho y me lleno de nostalgia.
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Eva
Lunes, 27 de Junio de 2011
Os agradezco vuestros comentarios. Deseaba escribir este artículo desde hace meses, aunque solo ahora me he sentido capaz de hacerlo, ha sido muy emotivo...
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Maria
Domingo, 26 de Junio de 2011
Muy bonito Eva, hoy en día hacen falta emociones y sentimientos como los que tu nos narras.
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Marta
Jueves, 23 de Junio de 2011
Emocionantes palabras, sobre todo para los que sabemos lo especial que siempre ha sido para vosotras "el abo".
En mi casa, cuando no hay manzanas, mi padre siempre dice " esto no es un sitio de calidad, como diría Mauricio" por lo que habitualmente lo tenemos en nuestro recuerdo. ![]()
Raquel
Jueves, 23 de Junio de 2011
Me ha parecido una bellísima narración. Es hermoso y fascinante que puedas tener ese recuerdo de tu abuelo y espero que perdure para siempre.
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