Carta a alguien que, molesto conmigo por atreverme a escribir, me mandó a mis fogones

Y le contesto… ¡Si señor o señora y, a mucha honra! No sabe usted bien lo orgulloso que me siento de saber y poder estar frente a “mis fogones” que, en idioma más ajustado a la terminología gastronómica equivale a decir “Chef de Cocina” ya hoy, en muchos países y muy pronto en España, carrera universitaria. No sabe usted bien lo solidario que me siento de pertenecer, también, a un gremio extremadamente reconocido en todo el mundo por su creatividad, por su enorme sacrificio, por su gran responsabilidad, por su visión de futuro y por su capacidad de generar riqueza. Ser Cocinero es tener una gran profesión.

Gracias a los que estamos en “nuestros fogones” se celebran las más importantes ferias y certámenes de la gastronomía en todo el mundo moviendo al año miles de millones y creando otros tantos puestos de trabajo. Gracias a nosotros y a nuestras innovaciones consecuencia de una constante investigación tanto técnica como de primeras materias y su elaboración, grandes industrias sobreviven en el mercado mundial. Antes de crear un nuevo producto, toda empresa cercana a la gastronomía y la alimentación acude a los profesionales, a nosotros, en demanda de asesoramiento.

Cuando usted congela un pescado en su congelador, cuando lo descongela meses más tarde en su microondas, cuando lo fríe en una sartén antiadherente, cuando regula la temperatura en su placa vitrocerámica, cuando lo acompaña en el plato con una guarnición extraída de un envase de producto precocinado, etc., todo ese proceso puede ocurrir gracias a la labor investigadora y asesora de los que estamos en “nuestros fogones” y cuando acude a cualquier libro de cocina para copiar una receta, también eso, los libros de cocina, son producto de nuestra diaria labor y de nuestras experiencias. Por otra parte, ahí está la enorme cantidad de programas de Cocina que emiten las televisiones de todo el mundo como aval de mis palabras.

Si pensó usted agraviarme con su verbo agresor… se equivocó.

En “sus fogones” están a diario los profesionales más sacrificados. El reloj no existe para ellos pero si los madrugones, las enormes varices, la ansiedad, las prisas, la tensión elevada, el peligro constante, las soluciones improvisadas, las tantas veces injustas reclamaciones, los clientes que por hambrientos pierden los modales, la privación de una buena parte de vida familiar porque… cuando usted se divierte con su familia, ellos trabajan sin descanso. Le diré más. Cuando usted va al médico o al dentista espera silencioso lo que le echen. En cambio cuando va al restaurante “exige” inmediatez en el servicio. Nunca supe por qué. Cuando acuda usted a comer a cualquier restaurante en sus vacaciones, en domingo o festivo, en Navidad o Año Nuevo, acuérdese por un instante de los que “dentro” anónimos e ignorados casi siempre, preparan su comanda a toda prisa. Hágame ese favor.

Insisto que no pudo dañarme porque si de algo me siento más que honrado es de pertenecer a ese digno elenco de PROFESIONALES DE LA COCINA que poblamos el mundo entero. Un colectivo que, posiblemente igual que yo, nunca le perdonará a usted su agrio tono despectivo hacia un digno estar en un maravilloso puesto de trabajo. “Los fogones”. Por ese “saber estar” en ellos, miles de familias salen adelante cada día.

¡Ah! Y perdón por atreverme a escribir pero… lo seguiré haciendo.

Juan Santamaría
Chef Director del Restaurante Cala Fornells
Tejares, Salamanca

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