Las aguas de Mallorca

Lunes, 21 de Junio de 2010

En mis años de juventud, cuando aún no me atacaba las vértebras la inmisericorde hiperostosis, con frecuencia me hacía a la mar, mi querido Mediterráneo, a bordo de una ligera embarcación de recreo a la que bautice con el nombre de “Elisa” en honor de una de mis hijas, en busca de sustanciosas capturas. “Pesca” que llaman aquí, variada y de hermosos colores.
Las aguas de Mallorca tienen fama de bonancibles y calmas. Pero solo es eso, fama. Porque también saben ponerse bravas cuando les conviene y encresparse sus olas espumosas y reiterativas sin compasión.

Juan Santamaría, columnista de www.hosteleriasalamanca.es

¡Ah! Pero eso no es lo peor. En ocasiones y a la vez, azotan aquella mar diferentes vientos provenientes de direcciones distintas. Tanto “Eolo” como “Neptuno” parecen competir, soplando uno y moviendo las aguas el otro para mayor desconcierto de cuantos, en tales circunstancias, están al timón. Peligrosos momentos. Entonces es cuando, regresar a puerto, se convierte en el único objetivo de un día previsto de asueto y malogrado por el capricho de los dioses.

En ningún momento en la Comandancia de Marina mallorquina donde obtuve mi carné de patrón me alertaron de tales peligros. Claro que eran otros tiempos e imagino que se trataba de profesores poco preparados para tal docencia.

¿Y a donde voy a parar? Pues a este momento de ahora. Junio de 2.010. ¡Anda que no ha llovido!

Cada mañana, como un ritual, me encaro temeroso a periódicos y prensa digital, la radio también me acompaña, a veces incluso de madrugada y, ansioso, sediento de nuevas, analizo cuanta noticia llega a mi conocimiento. No me dejo llevar por su origen, no me importa la tendencia del mensajero, no me preocupa el firmante. Sólo anhelo conocer el presente y el futuro de mi actividad comercial a merced, parece, de los acontecimientos económicos que se van sucediendo a velocidad de vértigo.

Y los vientos encontrados me azotan, opiniones contrapuestas balancean mis previsiones... Doy mi palabra. No sé a que quedarme o de quien fiarme ya. Vivo desorientado buscando la bocana de mi destino y protesto interiormente ante tanta amalgama de futurismos, predicciones, contradicciones, optimismos y pesimismos. Yo le llamaría “torpeza” de quienes tienen la obligación de asesorarme, como profesional, como contribuyente y como ciudadano. ¿O es que ellos tampoco se enteran?

Mientras, a la innecesaria Belén Esteban, una televisión le va a pagar 1.200.000 € en un año por azotarnos con sus miserias de arrabal y Zapatero defiende en Bruselas la solvencia de España frente a rumores “especulativos”. ¿Lo serán?Comisiones Obreras pide un cambio importante de gobierno y junto a UGT anuncian una huelga general que a nada conducirá. Mediapro presenta suspensión de pagos y los Príncipes de Asturias se acercan a ver el partido que nuestra selección perdió con asombrosa desidia ante Suiza, desconocido y supuestamente inferior, muy inferior equipo.
 
¡La de críticas que he leído y escuchado al juego de España y al viaje de apoyo de nuestros futuros Soberanos! Con la que está cayendo no estaría mal un poco de ahorro en viajes y en primas, aunque sólo fuese para animarme algo a “seguir en la brecha”. Positivo la de banderas de España que adornan balcones y ventanas. Al menos en esto vamos de acuerdo. Menos mal.

La economía no es mi fuerte, creo que se me nota de letras, pero sería de agradecer aunque sólo fuese por una vez que alguien con verdadera autoridad, moral y profesional, me proporcione un poco de luz en esta oscuridad que invade nuestro horizonte. Alguien sin intereses ni torticeras intenciones para que el mercado bursátil evolucione a favor o en contra, para mantenerse en el poder o para que, de una vez, se me permita llegar honroso a una jubilación que ya me voy mereciendo.

Para entonces, tal vez, y porque me lo permita una pensión decente, pueda lanzarme de nuevo a la aventura del sedal a fondo, los madrugones sin protesta y una mar sin estridencias. Eso sí, habiéndome acostumbrado a vivir con la hiperostosis dichosa y de momento incurable.

Juan Santamaría
Chef Director del Restaurante Cala Fornells
Tejares, Salamanca

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