Por fin habló la voz de la cordura
Jueves, 29 de Mayo de 2008
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Creo que fue a primeros del pasado año 2007 que en mi artículo titulado “La Hostelería Salmantina” ya apuntaba lo siguiente: Desde el legendario “Pol Bocuse” hasta el modernísimo e internacional “Ferran Adria” pasando por el inevitable “Carlos Arguiñano”, han sido muchos los que pensaron que para “ponerse de moda y cortar el bacalao” de la restauración, era inevitable desvirtuar los platos y que ya nada debía saber a lo que es, que el continente y la decoración eran mas importantes que el contenido y que el precio debía estar muy por encima de la cantidad y la calidad de sus guisos. Y lo curioso es que lo consiguieron aunque con su osadía malograsen las exquisiteces de la cocina tradicional. Es decir que yo, desde mi modestia –nunca me he considerado un virtuoso de los fogones pero si un fiel seguidor de la tradición y |
la ética- ya venía anunciando que lo que estábamos viendo en los medios relativo a los iluminados inventores de nuevas técnicas gastronómicas no acababa de encajar en lo que considero debe significar sentarse a la mesa de un restaurante y darse un festín de calidad, cantidad, tradición, buen hacer, buenas materias y salud.
Ahora, y solo porque los atrevidos innovadores han ido demasiado lejos con sus inventos y por fin alguien con cierto renombre se ha atrevido a decirles que en realidad no van tan bien como ellos dicen que van, parece que las aguas de la gastronomía van a volver a su cauce.
No era normal que a base de determinadas mezclas de ciertos productos dudosos para la salud, con espectaculares decoraciones y todo ello presentado a través de potentes medios televisivos en certámenes donde la economía tenía más valor que el producto y con micrófonos colocados en la boca con una estilada pinza, pantalla panorámica etc etc… no era normal digo, que tanto teatro mediático se convirtiera en la gallina de los huevos de oro para algunos.
Porque amigos míos, un cocinero no es más que un cocinero, un pedazo de pollo o de conejo no es mas que lo que es, un huevo es un huevo y una infusión tampoco es más que eso, una infusión. Pero eso si. Yo, cuando me convierto en cliente, exijo que el huevo, el pollo, el conejo, la infusión y el cocinero sean de CALIDAD y saludables para mis tripas y no contengan escondidas o utilicen materias que me hagan acudir al señor doctor para decirle que le visito porque antes estuve en un restaurante cariiiisimo.
Juan Santamaría
Chef Director Restaurante Cala Fornells de Tejares
Salamanca.
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