Sonrisas y lágrimas, por Juan Santamaría

Igual que cualquier otro ciudadano actual, vivo mí día a día pendiente de la situación de la economía mundial; en general el momento que atraviesa España y en particular el de ésta Salamanca nuestra, cada vez más desfavorecida del Gobierno (AVE, AUTOVÍA A MADRID, CENTRO DE MÚSICAS HISTORICAS, ARCHIVO DE LA GUERRA CIVIL, VUELOS INTERNACIONALES DESDE MATACÁN) y un largo etcétera. Se diría que Salamanca no importa más que a los que la vivimos. Cada vez más olvidada, cada vez más deprimida, cada vez más alejada del resto del Mundo y abandonada a su suerte. Y Salamanca no está sola en esta situación, que otras provincias hay que padecen el mismo trato, debería decir “maltrato”. Hoy, no obstante, quiero centrarme en esta tierra que me acoge.

Pero ocurre que al leer la prensa todos los días, la impresa y la digital, al ver los informativos de la TV etc., se produce un fenómeno que, consciente o inconsciente, nos arremete en lo más íntimo y destruye lentamente la poca dignidad que pueda quedarnos. Me refiero, saltando también al plano nacional, al gesto matemático-risueño de nuestros políticos cuando adivinan que se les está grabando o fotografiando. Y me pregunto, ¿Qué quieren aparentar? ¿Qué pretenden hacernos creer? ¿Hasta dónde alcanza su imaginación y atrevimiento en suponernos inocentes ovejitas de rebaño?

A mí, ciudadano, empresario, cumplidor de mis obligaciones sociales e impositivas, etc., esa sonrisa, risotada a veces, me ofende, considero vejatoria esa actitud para con unos ciudadanos que sufren y callan, que a diario, se preguntan qué será de ellos y sus hijos el día de mañana si nadie pone remedio a este desaguisado económico que estamos empezando a sufrir; vejatoria e irresponsable para nuestros jubilados que viven la congoja de ver como empieza a peligrar su pensión limosnera e incluso para esos inmigrantes que sienten como se desvanece la que fue su última esperanza de vida, o sea, la anhelada España alcanzada a veces incluso a nado.

Señor Rodríguez Zapatero, señores ministros, señor Rajoy, señores políticos autonómicos y municipales, señor… señora… Ríanse cuanto quieran, búrlense de nosotros, sonrían cada vez que observen como sus cuentas bancarias van aumentando los ceros pero ¡por favor! háganlo en sus casas, de faz y puertas para adentro, no nos muestren los dientes, señal inequívoca de poder, respeten al ciudadano menos afortunado, no nos insulten con su actitud y sus trajes de lino, no nos exasperen con sus corbatas de seda natural, no nos hagan sentir en la piel de nuestra dignidad los alfileres de su prepotente mirar, ¡POR FAVOR!, porque cada vez que observo una de esas hermosas “sonrisas Profiden” llenas de implantes y algún resto de marisco, me acuerdo de las esposas de los transportistas, de los agricultores, de los taxistas, de los parados, de los que acuden a Cáritas como último recurso… Me acuerdo de sus hijos, de los hijos de todos ellos, y me acuerdo también de los hijos de los “ostentosamente sonrientes” y… ¿Qué pensaran de sus padres? me pregunto.

Juan Santamaría
Chef Director Restaurante Cala Fornells de Tejares
Salamanca.