5 cosas que no sabías sobre los pimientos de Padrón
Jueves, 1 de Agosto de 2019
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Es un habitual en cualquier bar de tapas y un clásico de la cocina gallega. De bocado, sabroso, picante o dulzón, el pimiento de Padrón acompaña bien a la tortilla, los pescados y las carnes. Se sirve frito. Hay falsos mitos que rodean a sus orígenes, gusto y cultivo por eso hoy os despejamos las dudas sobre este alimento que alcanza el mejor momento en verano.
El “Pimiento de Padrón” no es el nombre de una IGP (Indicación Geográfica Protegida), sino el nombre de una variedad de pimientos verdes populares por ser de un tamaño pequeño, muy sabrosos y por tener la posibilidad de encontrar alguno que pique.
En el siglo XVII, los monjes franciscanos del Convento de San Antonio de Herbón (La Coruña) comenzaron a cultivar unas semillas de pimientos que habían traído desde el estado mexicano de Tabasco. En ese momento, no supieron defender el nombre de los “Pimientos de Padrón”, por lo que no fue hasta 2009 cuando estos pimientos consiguieron la Denominación de Origen Protegida (DOP) “Pimientos de Herbón”, motivo por el que no todos los pimientos de Padrón que se venden son DOP Pimientos de Herbón.
Aunque es habitual encontrar pimientos de Padrón en el mercado durante todo el año, los auténticos pimientos gallegos DOP Pimientos de Herbón sólo se comercializan entre el 1 de mayo y el 31 de octubre. Por tanto, la temporada de pimientos de Padrón tiene su mejor momento durante los meses de verano y principios de otoño.
Seguro que has oído alguna vez de eso de “los pimientos de Padrón, unos pican y otros no” (“os pementos de Padrón, uns pican e outros non”). Pues bien, el responsable de darles el picor es un compuesto químico llamado capsaicina que los propios pimientos crean como método de defensa contra los insectos y/o animales herbívoros. No todos los pimientos contienen este compuesto y el hecho de que lo creen está directamente relacionado con el riego y las condiciones climatológicas, lo que hace que comer pimientos de Padrón siempre sea impredecible y, por tanto, emocionante. Lo cierto es que cuando comemos pimientos de Padrón esperamos que salga alguno picante o incluso muy picante, aunque este último esperamos que no nos toque a nosotros… Recuerda que esto del picante va aumentando a medida que avanza la temporada: en junio pican pocos, pero en agosto… un montón.
Para disfrutar de la temporada de pimientos de Padrón, lo habitual es comerlos fritos enteros (con o sin pedúnculo, eso al gusto). A la hora de cocinarlos, lo primero que tienes que hacer es lavarlos y secarlos muy bien para que no te salte el aceite. Se fríen en abundante aceite de oliva echándolos en la sartén con el aceite no muy caliente para evitar que se desprenda la piel. Lo ideal es freírlos lentamente removiéndolos en el aceite para potenciar su sabor. Cuando estén hechos, escúrrelos bien y échales sal gruesa por encima. Sirven para acompañar todo tipo de pescados, carnes a la plancha o tortillas de patata.
Si no puedes comerlos fritos y/o con sal, también puedes hacerlos a la plancha o en el microondas con un poco de aceite de oliva, o utilizarlos para hacer una empanada o una tortilla.
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