Calabacín: la hortaliza estrella

Todos conocemos el calabacín. Y si no es así, ¡hay que ir poniéndose al día! Es una de las hortalizas más sabrosas y utilizadas en nuestra gastronomía. Cocinado a menudo por nuestras abuelas, este producto se presta a todo tipo de recetas, desde el tradicional calabacín relleno hasta unos crujientes chips. ¡Por una vez, todas las generaciones se ponen de acuerdo!

El calabacín, “cucurbita pepo” para los más científicos, se define como una hortaliza de la familia de las cucurbitáceas. No es extraño que el nombre os pueda sonar a chino, pero si os aclaramos que se trata de la familia que acoge plantas como el melón o la sandía seguro que os ubicáis un poco.

Los expertos no tienen muy claro su origen, pues podría provenir de Asia o América Central y lo más probable es que desde ahí se fuera extendiendo al resto de países cálidos. Lo que sí está claro es que el calabacín fue la primera calabaza del género cucurbita introducida en Europa.

Tipos de calabacín

Aunque seguramente todos tengamos en la cabeza la típica imagen del calabacín verde estándar, lo cierto es que se encuentran muchas y diferentes variedades:

-Calabacín oscuro: de color verde o negro y con forma cilíndrica. Al calabacín verde de toda la vida se le denomina "sofía", y al negro "samara". 

-Calabacín claro: de color gris y gris verdoso. Se puede dividir en calabacín "grison" (verde claro con puntos grises), y por último la variedad verde muy claro, que recibe el nombre de "Clarita".

Ya lo veis, tenemos de todos los colores y sabores dependiendo de la gama en cuestión. Una cosa parece indiscutible: si te declaras fan del calabacín, lo más probable es que te guste en todas sus formas y tonalidades.

¿Cómo elegimos un buen calabacín?

En primer lugar, un buen calabacín tiene tener un aspecto apetitoso. Qué fácil, ¿verdad? Pero eso no es todo...

También hay que fijarse en que la piel no tenga manchas, ya que podría significar que están “tocados”.
Intentaremos elegir los que no sean muy grandes, pues los de mayor tamaño suelen tener más semillas y la pulpa más dura. Mejor aún si los tocamos para comprobar que no suenen hueco. 

Recetas con calabacín

Si algo bueno tiene el calabacín es que se adapta prácticamente a todas las recetas. No sería la primera vez que alguien lo prueba y en su momento no le gusta demasiado, hasta que de pronto le da otra oportunidad cocinado de forma diferente y su sabor es nuevo. Magia del calabacín.

Es muy habitual encontrarse con el calabacín relleno de carne. Normal, ¡si es que están deliciosos! Y es una receta sencilla y muy útil para aquel al que no le gusten las verduras pero sí la carne y el tomate. 

Calabacines rellenos con carne picada, queso y tomate

Consiste en vaciar los calabacines (reservando el interior para el relleno de después) y calentarlos en el horno después de haberlos dejado hervir en agua durante un minuto. Después prepararemos el relleno a nuestro gusto, aunque lo habitual es elegir carne picada con queso rallado por encima y unos taquitos de tomate. Para chuparse los dedos.

Por otra parte, los italianos son muy listos y no perdieron el tiempo a la hora de incorporar el calabacín a sus platos de pasta. ¡Y nosotros podemos hacer lo mismo!

¿Cómo? Muy sencillo, cortando el calabacín en tiras muy finitas emulando unos tallarines y utilizando la misma carne picada que empleábamos para los calabacines rellenos como condimento junto al queso parmesano. También se pueden mezclar nuestras tiras de calabacín con espaguetis de verdad. El plato final es una delicia.

Plato de pasta con calabacín

Otra opción que nunca falla es la de preparar unos exquisitos calabacines fritos. Podemos rellenarlos con un poco de jamón y queso y rebozarlos en harina y huevo antes de pasarlos a la sartén. Acompañados con ajo y eneldo son un aperitivo irresistible.

Si queremos ponernos creativos… ¿por qué no freírlos también con forma de palitos o fingers de calabacín con especias? Sólo hay que tener cuidado de cortar el calabacín en tiras, marinarlo con las especias (cúrcuma, pimienta negra y pimentón) y rebozarlo de nuevo en harina y huevo friéndolo posteriormente en aceite de oliva. La combinación hará alucinar a más de un comensal sin necesidad de pasar horas y horas en la cocina. Para acompañar puede venirnos de lujo una salsa de tomate con un pelín de picante.

Calabacín frito relleno de jamón y queso con ajo y eneldo

Palitos o fingers de calabacín especiado con salsa de tomaste y picante

Y ya que nos gustan las mezclas, también podríamos reinventar el aperitivo de las típicas patatas chips convirtiendo las rodajas de la hortaliza en unos crujientes chips de calabacín. Para ello, rebozamos los calabacines con un poco de queso parmesano y varios condimentos como pimienta y hierbas (tomillo, orégano, salvia...) y los metemos en el horno. Se suelen dejar gratinar 8 ó 10 minutos y el resultado es súper sabroso. Podemos acompañarlo con la misma salsa de tomate que usábamos en la receta anterior.

Chips crujientes de calabacín

¿Pensabáis que ya se había acabado? Os equivocábais, porque resulta que también podemos convertir los calabacines en una estupenda opción para el final de la reunión. Los muffins de calabacín harán las delicias de aquellos poco habituados a comer vegetales, pero sí a no perdonar ningún postre.

¿Por qué comer calabacín?

Las explicaciones deberían sobrar después de todo lo expuesto hasta el momento, pero resulta que hay innumerables beneficios para la salud al incluir esta hortaliza en nuestra dieta.

Con un montón de vitaminas del tipo B y C, también aporta fibra, calcio y potasio a nuestro organismo. Su contenido en magnesio ayuda, al mismo tiempo, a la contracción y relajación de los músculos. Además, claro está, de su increíble sabor. 

Siendo éste un producto de temporada, no deberíais esperar mucho tiempo a atreveros con alguna de las recetas incluídas aquí. Ya sabéis, probad... ¡y experimentad!