Calles con aroma a gastronomía

Lunes, 16 de Septiembre de 2013
Hosteleriasalamanca.es / Por JM Blanco

El callejero salmantino está lleno de alusiones gastronómicas. La historia de la ciudad está repleta de datos donde la gastronomía es un elemento clave. Calles como Bodegones, Azafranal, Asadería, de las Especias… dan aroma a la historia salmantina.

La gastronomía es una ciencia intrínseca a los hombres y su evolución. Si miramos la historia de Salamanca de sobra es sabido que, ya en la Edad Media, la Plaza de San Martín se convirtió en el eje comercial de la ciudad por la proliferación de carnicerías, panaderías e incluso la alhóndiga del vino. Y la ciudad creció en torno a esos establecimientos.

Sin embargo, y tal y como se recoge en el Callejero Histórico de Salamanca, la nomenclatura de las calles salmantinas está plagada de alusiones gastronómicas. Así, la calle Azafranal quizás lleve ese nombre en honor a la especia y a las tiendas que la vendían en ella, mientras que calle de la Asadería, entre la Gran Vía y la Plaza de San Cristóbal, recibió ese nombre en honor a los numerosos hornos de asar que hubo en ella.

La plaza del Ángel, que estaba detrás del también desaparecido Gran Hotel, posiblemente recibió ese nombre porque los numerosos mesones que había en ella tenían esculpido un ángel en su fachada, como símbolo de justicia. Se cree que, en base a las ordenanzas de 1437, que obligaban a los mesones a tener un letrero a la puerta identificándose, en dicha plaza hubo un “mesón del Ángel”, que dio nombre a todo el recinto.

plano antiguo salamanca
Plano de Salamanca del siglo 19 y vista aérea de la ciudad en el siglo 21

El Libro de Ordenanzas de Salamanca también es una buena fuente para conocer la historia gastronómica de la ciudad. Así, en el que llega hasta finales de 1437, se recogen hasta 36 preceptos relativos a bodegueros y taberneros. Por ese motivo, no es de extrañar que tengamos una calle de Bodegones, que eran tabernas donde además se servían comidas baratas. La historia también nos dice que a finales del siglo XIX había en Salamanca 28 fondas, 31 figones, 20 paradores y dos hoteles.

La calle de las Especias, que une la de Toro con Zamora, es una de las nomenclaturas más antiguas de Salamanca. Al parecer hubo muchos comerciantes dedicados a ellas en esa calle, pero en el catastro de mediados del siglo XVIII, ya no se registra ninguna. También la calle Rabanal, en el Barrio Antiguo, puede tener vinculación con el cultivo de los rábanos.

Hornos que dieron nombre a calles salmantinas

Curiosa también es la historia de la calle del Horno Primera, situada en plena judería medieval, y que lleva ese nombre por estar allí el horno del Cabildo Catedralicio. Se da la circunstancia de que en 1323, el vicario del deán condenó a la mujer que lo regentaba, María Martín, a pagar el doble por “dar mal pan”. Tahonas Viejas es otra calle vinculada a la antiguas fábricas de pan artesanal, que ya figura en el plano de Salamanca de Coello de 1858.

Los hornos también son culpables de dar nombre a la calle Padilleros, aunque algunos historiadores la cita en femenino, Padilleras, porque las padillas eran hornos para asar carne o cocer pan. Quizás también tenga alguna relación con las parrillas, o con las espadillas, que eran pequeñas espadas que atravesaban la carne que se iba a asar.

El tiempo ha cambiado muchos nombres de calles en Salamanca. Así, en el siglo XVIII había registradas hasta siete calles que llevaban la palabra “horno” en su formación, al igual que la Plaza de la Verdura pasó a ser la del Mercado, o se perdieron nombres vinculados a mesones que por su importancia dieron nombre a calles enteras.

Además, no todos los nombres vinculados a la gastronomía o profesiones aledañas tienen que ver con ella. Por ejemplo, la calle Carniceros, no es en honor a estos profesionales, sino a los tres hermanos escultores, Alejandro, Antonio e Isidro Carnicero. Alejandro fue el más famoso por su colaboración con Larra Churriguera y a él se deben varios medallones de la Plaza Mayor.

También la calle del Tostado no tiene vinculación con esa forma de preparar el café, sino con Alonso de Madrigal, escultor, traductor, filólogo y obispo de Ávila.

Aquí concluye este breve recorrido por las calles salmantinas con aroma a gastronomía. os habréis dado cuenta que no hemos citado ninguna en honor a un cocinero, quizás por desconocimiento nuestro o por olvido de la historia. Si es por lo primero, pedimos perdón. Si es por lo segundo, quizás el Ayuntamiento esté a tiempo de enmendar el olvido.

Y aquí surge la atrevida pregunta: ¿A qué cocinero/a de Salamanca inmortalizarías dándole el nombre a una calle?


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