25 años de excelencia
Miércoles, 17 de Diciembre de 2014
Hosteleriasalamanca.es / Por Eva González
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El Hotel Rector cumple su primer cuarto de siglo manteniendo su reputación y la esencia de su alojamiento: un refugio confortable y sosegado para viajeros exigentes y amantes del lujo reposado. Además por quinto año consecutivo ha sido incluído en la publicación más importante del sector viajes.
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Por quinto año consecutivo, Conde Nast Traveler, la publicación más importante del sector viajes, vuelve a inlcuir al Hotel Rector en su Gold List de los 25 mejores hoteles urbanos españoles, el único en Castilla y León en esta categoría, junto a hoteles tan prestigiosos como Santo Mauro, Arts, Alfonso XIII o Atrio.
No es el típico hotel que cautiva al huésped por sus mastodónticas piscinas, sus cientos de habitaciones o el bullicio que se respira en su hall abarrotado de viajeros. El Hotel Rector es un gran desconocido en la ciudad; ubicado en el centro pero alejado del circuito más turístico, ocupa una solemne casa aristocrática. Apenas una pequeña placa avisa de su existencia; quedando su austera fachada mimetizada con los edificios contiguos.
En su interior el silencio inunda el espacio, apenas amortiguado por los susurros procedentes de recepción o el chasquear de las páginas de algún periódico. Confortables sofás, flores y libros, muchos libros, se reparten por las zonas comunes, para uso y disfrute de los huéspedes.
En el Rector no hay horarios; el desayuno, abundante y exquisito, se sirve a petición del cliente, al igual que el servicio de limpieza de habitaciones, siempre respetuoso con la “agenda” de cada huésped. Es en el servicio y el cuidado del detalle donde el Hotel Rector marca la diferencia. Su personal, amable y discreto, se esmera en complacer a los clientes, personalizando al máximo el trato, para confeccionar una estancia “a medida”. Este hotel boutique ofrece las prestaciones de un Gran Hotel, pero con el mimo y la excelencia que solo es posible cuando el número de habitaciones es reducido. |
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Este cuidado, casi artesanal, lo ha hecho merecedor de este reconocimiento, y lo convierte en el destino preferido de intelectuales y escritores, que buscan en él sosiego e intimidad.
Todo ello ha sido el fruto de un cuarto de siglo de trabajo, manteniendo cada segundo el marchamo de calidad de las instalaciones y una impecable constancia en el trato al huésped. Julián Almaraz presume de equipo: “Puedes tener las mejores camas, la mejor lencería y calidades pero, si el servicio falla, falla todo”. Este año no puede evitar sentir un cóctel de orgullo y responsabilidad, porque mantener un nivel de exigencia tan elevado durante tanto tiempo, no es en absoluto sencillo.
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