La matanza, llenar la despensa entre supersticiones y brujería

Martes, 21 de Enero de 2014
Hosteleriasalamanca.es /Por JM Blanco

Diciembre y enero son meses negros para los cerdos españoles. En ellos, el sacrificio de puercos se eleva considerablemente desde épocas ancestrales. Aunque hoy en día la mayoría opta por acudir a la tienda en busca de embutido, el rito tradicional de la matanza casera se repitió el año pasado con casi en 5.000 cerdos. Un acontecimiento que sirve para llenar la despensa, pero que nunca ha estado exento de otras lecturas más "espirituales".

El rito de la matanza se ha transmitido de generación en generación por vía oral. Cada maestrillo tiene su librillo para clavar el cuchillo, condimentar la carne, limpiar las tripas o conservar el embutido. Librillo que encierra secretos nacidos de la necesidad, porque nadie debe olvidar que la curación de la matanza nació como una necesidad en una época donde no había ni frigoríficos, ni arcones para conservar.

Normalmente, la matanza constaba de dos días. El del sacrificio del cerdo, chamuscado y desdespiece, y un segundo, que era del de embuchar. Dos días de intenso trabajo en ambiente festivo pero también lleno de superstición.

Supersticiones en torno a la matanza

El etnógrafo Francisco Blanco asegura que a la matanza hay que acercarla al mundo de las creencias, a las divinidades. “Antiguamente se creía que la matanza no se curaba perfectamente, si no se bailaban las morcillas al terminar de colgar el embutido. Estamos ante el uso de la danza con el sentido primigenio con el que surgió, con una función espiritual, religiosa en el mundo antiguo”, indica.

“Otra superstición, es la de garantizar que la carne se cure perfectamente haciendo una cruz en la artesa en la que reposa la noche después de mezclarla con los condimentos. Es la forma de que quede protegida. La cruz conecta con la religión, pero en realidad, tiene que ver con la mentalidad mágica, supersticiosa, con el hecho de pensar que un signo tiene propiedades sobrenaturales”, subraya.

Son muchos los elementos que antiguamente se tenían en cuenta. Supersticiones que quizás hoy provoquen risas, pero que en épocas donde la matanza era la base de la alimentación de la población campesina, en familias que habían logrado cebar su cerdo con mucho sacrificio y donde una matanza estropeada era una tragedia, se convierten en elementos claves para lograr la conservación final

matanza del cerdo
Los ancianos de la familia aprovechaban la matanza para poner a prueba a los recién llegados a la familia

En ese contexto de cábalas, podríamos enmarcar creencias como la que impedía entrar en la casa de la matanza a una mujer con el periodo. Si entraba una mujer con la menstruación, era garantía de que se estropeaba. El tabú de la mujer menstruante se aplicaba también a la mujer embarazada.

“Al deshacer el cebón, al llegar al corazón le quitaban lo que popularmente se llamaba las alas porque decían que si comías el corazón con las alas te volvías loco. Era una manera de prevenir una posible enfermedad mental. O al quitar el hígado, con mucho cuidado se retiraba la bolsita de la bilis y se tiraba con fuerza al tejado porque de esa manera no había goteras. No hay razonamientos científicos, sino que hablamos del mundo espiritual y de las creencias”, explica Francisco Blanco.

Al margen de esas creencias o hechicerías populares, la matanza era también una fiesta donde las bromas también tenían un sentido esotérico. “Ocultaban ritos, ceremonias, prácticas de sentido mágico. Una de las costumbres más consolidadas era la conocida como zaumaza o zaumaque. Consistía en meter en un recipiente estiércol, goma, papeles, pelos…. todo aquello que produjera humo y mal olor. Se prendía fuego y cuando estaban en su máximo apogeo, se iba a la casa donde se celebraba la matanza, se metía el cubo y se cerraba la puerta para no dejarlos salir. Detrás hay una intención de proteger la casa y la matanza contra otro de los males que mayor temor provocaba en la sociedad tradicional, como era el mal de ojo. Lo negativo, el humo, el mal olor… luchaba contra lo negativo de la casa, y como dos polos del mismo signo se repelen, pues se creía que el humo y el mal olor, evitaban la presencia del mal, de las brujas…”, explica.

Por otra parte, la matanza es un pequeño manual de cómo funcionaba la sociedad tradicional. “El hombre es el que pica la carne, ahora con máquina, en el siglo XIX con un cuchillo muy fino. Entonces se enfusaba con una cornata, un cuerno pequeño de vaca por el que se iba haciendo pasar la carne hasta llenar la tripa. La mujer es la que sujeta y espera el punto que debe tener en la tripa, la ata, la pica para que escape el aire. El hombre es el encargado de colgar. Cada uno con sus funciones muy definidas”, explica el etnógrafo.

Despiece en la Matanza del cerdo
El despiece del cerdo en la matanza es habitualmente tarea de hombres

Otra curiosidad es que la matanza era el pretexto que solían utilizar las familias para poner a prueba a aquellos miembros que iban a entrar en ella, como el novio o novia de los miembros de la casa. Eran invitados a la matanza, pero detrás había un examen exhaustivo de las capacidades, del valor, de la tenacidad, la fuerza, la habilidad, la decisión… era la reválida ante la familia que lo iba a acoger.

Entre las bromas típicas de la matanza también hay algunas que merecen una segunda lectura. El aprendizaje en la vida tradicional rural empezaba muy pronto y era duro. La familia quería que el niño desde chico fuera desconfiado, porque era una forma de protegerle, de evitar que fuera un ignorante, y las bromas buscaban que desarrollase un sexto sentido. En la matanza era habitual la broma de enviar al niño a pedir a casa de un vecino la máquina de aguzar las cuchillas o el cesto para los sesos. El chaval, orgullo de que confiaran en él una tarea en la matanza, iba feliz y volvía escarmentado cargado con un saco de piedras. Al llegar, al abrir el saco, era humillado y todo el mundo se reía. Así la segunda vez que le pedían algo, empezaba a sospechar, a recelar, a defenderse de la hostilidad del mundo exterior.

La matanza, además de servir para llenar la despensa, tiene otras muchas lecturas. La gente la asocia con el rito salvaje de matar al cerdo a cuchillo, pero detrás de ella hay mucho más.


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Comentarios

Asi es
Domingo, 2 de Febrero de 2014
Las veo primitivas,no me gustan nada.Mucho machismo y no solo por parte de los hombres,también de las mujeres con mentalidad de hombre.
uno
Miércoles, 22 de Enero de 2014
Buen reportaje, no solo una tradicion si no una parte de nuestra educación y cultura que hoy esta casi desaparecida y que por la ignorante acepción que tiene en nuestra sociedad solo será recordada como un rito salvaje. Para piropear a alguien todavia e le sigue diciendo "eres mas grande que el dia el mondongo"

 


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