Destino: Caracas
Lunes, 12 de Agosto de 2013
Hosteleriasalamanca.es/ Por Eva González
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Tras dos horas y media de coche y otras ocho de avión, llegamos a Aruba, una de las islas caribeñas que pertenecen a Holanda. Allí nos espera un gigantesco barco que zarpa apenas comienza el atardecer... Desde la cubierta admiramos la belleza de las aguas turquesas y el paisaje isleño, castigado por un sol abrasador y una humedad que casi resulta insoportable. La noche es apacible, mecidos por un ligero balanceo llegamos hasta La Guaira, puerto próximo a Caracas, capital de Venezuela. |
Ante nuestros ojos se alza una abrupta cordillera cubierta de un interminable manto de chabolas, que parecen hacer equilibrio para no despeñarse pendiente abajo. El bus nos traslada por la autopista hasta Caracas mientras la guía explica los últimos deslaves, consecuencia de las abundantes lluvias. Esas violentas riadas de barro se llevaron por delante decenas de casas precarias y familias enteras, que no tuvieron tiempo ni manera de escapar.
Atravesamos el Boquerón 1 y el 2, dos largos túneles sin ventilación ni ningún tipo de mantenimiento desde que se construyeron, hace más de sesenta años. Las grietas y la densa atmósfera de dióxido de carbono nos impresionan, rezamos para volver a ver la luz cuanto antes.
En media hora llegamos a una urbe descuidada en la que se alternan construcciones de estilo colonial con modernos rascacielos, que antaño albergaron grandes empresas, hoy expropiadas. Sus despachos vacíos han sido ocupados por familias sin recursos, que observan el mundo a través de sus contemporáneos ventanales.
Una avenida del centro de Caracas, flanqueada por antiguos edificios de oficinas, hoy ocupados por familias sin recursos |
Almorzamos una arepa de queso guayanés, calentita y jugosa, que nos reconforta por unos instantes, y un Pabellón criollo, el plato tradicional venezonalo que incluye arroz cocido, plátano frito, carne mechada (falda de ternera guisada y desmenuzada) y caraotas, un sabroso guiso de alubias negras.
Al anochecer el paisaje se transforma, las humildes casas de las laderas se desvanecen y en su lugar aparecen un mar de diminutas luces, que alegran la vista, pero no el corazón; detrás de cada uno de esos débiles destellos hay una familia, una historia, ilusiones, proyectos, un día a día… Me pregunto qué pensarán todas esas familias cuando cada martes ven atracar frente a sus hogares un lujoso crucero de doce plantas repleto de turistas. El contraste es… abrumador.
Mientras zarpamos admiro en silencio la silueta oscura de la montaña, amenazadora e imponente, oigo el ruido del tráfico, denso y caótico, y respiro el perfume metálico, tan característico de este lejano lugar…
Próximo destino: Cartagena de Indias (Colombia)
Eva González Hernández
Directora de Hosteleriasalamanca.es
redaccion@hosteleriasalamanca.es
@evasalamanca
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