Salamanca, provincia Slow Food

En la tarde de ayer, la Escuela Municipal de Hostelería de Santa Marta acogió la presentación del Proyecto Slow Food en Salamanca. Una iniciativa que busca poner en valor los productos locales, proteger las tradiciones gastronómicas autóctonas y preservar los métodos de cultivo más respetuosos, basados en la agricultura natural y ecológica. 

Nacho Santamartina y Eusebio Leranoz (ambos, de Duero-Valley Slow Food), Eva González (HosteleriaSalamanca.es), Francisco Javier García (diputado delegado de Turismo), Jaime Boville (presidente Duero-Valley Slow Food), Chabela de la Torre (concejala de Cultura del Ayuntamiento de Santa Marta), José Luis García (Escuela Municipal de Hostelería) y Emiliano Tapia (párroco de Buenos Aires).

En una época en la que nos dominan la prisas, y no nos paramos a conocer de dónde proviene aquello que comemos, nace la filosofía Slow Food. Dos palabras inglesas que significan comer despacio, prestando especial atención a la calidad, la procedencia de las materias primas y el modo en que han sido cocinadas.

Salamanca es la primera provincia de Castilla y León que cuenta con una asociación dedicada a este movimiento gastronómico: “Duero Valley Slow Food”. De este modo, con el objetivo de recuperar especies en riesgo de extinción, esta entidad organizó ayer en la Escuela Municipal de Hostelería un evento en el que explicaron en qué consiste esta filosofía y todo lo que han avanzado en cuanto a identificación y recuperación de especies autóctonas de Salamanca a lo largo de los últimos tres años. Se presentó, también, el proyecto Restaurantes Km0, para que se sumen a él todos aquellos establecimientos hosteleros que quieran comprometerse y recibir esta certificación. Restaurantes que, entre otros aspectos, favorezcan el consumo de productos locales -comprados directamente al productor-, comarcales y estacionales, promuevan la reducción de emisiones de gases a la atmósfera y divulguen las cualidades de los alimentos catalogados como Slow Food.

Después de estas presentaciones, todos los asistentes pudieron degustar productos autóctonos de Salamanca elaborados por los cocineros Adrián Casado y David Berrocal, de la Escuela Municipal de Hostelería. Alimentos como quesos de leche cruda de curación lenta, aceite de oliva virgen extra, vinagre balsámico de once años de curación, chícheres de San Esteban –unas variedad de alubias-, legumbres de la Armuña, vinos de la Sierra de Salamanca de la variedad Rufete, cerdo ibérico de raza pura y mieles de castaña y de encina, todos ellos elaborados respetando el método tradicional. “Muchos de estos productos son grandes desconocidos, por lo que pretendemos que este evento ayude a su popularización en restaurantes y mercados”, afirma Jaime Boville, presidente de Duero Valley Slow Food.

Otro de los objetivos de Jaime Boville es que más gente se sume a esta iniciativa, y que, en un futuro próximo “Salamanca se asocie a una gastronomía única en el mundo”.