Tote Abe, el sueño vinícola de un músico enamorado del campo charro
Miércoles, 7 de Agosto de 2024
Eva González
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Con una producción actual de apenas 7.000 botellas pero con las cosas claras y mucha ilusión, Fernando y su hijo Guillermo fusionan dos de sus pasiones: el vino y el campo charro al concebir un exclusivo caldo que expresa la esencia de nuestra tierra.
Tote Abe, que según los expertos en arqueología significa 'mucha salud', es el singular nombre de una bodega que casi casi surgió por casualidad. Sus orígenes se remontan tres lustros atrás, cuando el empresario madrileño Fernando Álvarez Shelly, apasionado del campo charro, queda prendado de una finca ubicada en Las Veguillas, que adquiere poco después con la idea de convertirla algún día en su lugar de retiro. Entusiasmado con la compra, Fernando dedica varios años a dotar a este espacio de las comodidades necesarias que le permitieran habitar en él en cualquier momento del año.
Espectacular atardecer en la Finca de Tote Abe
Fernando a caballo entre sus viñas
Durante varios años se dedicó a recopilar materiales procedentes de un pazo gallego, vigas de un parador cántabro en ruinas, piedras de un castillo extremeño abandonado… para ir construyendo la casa, que hoy en día derrocha carácter y rezuma historia a pesar de su reciente construcción. Una casa que siempre recibe huéspedes, pues tanto Fernando como su mujer son entregados anfitriones que adoran recibir y agasajar a amigos y familiares en la que es su morada más preciada. Entre ellos, se encuentra su hijo Guillermo, músico de profesión, en el que también se ha despertado una inesperada pasión por el campo, por esta tierra de encinas y toros bravos. Él es precisamente el que me cuenta esta fascinante historia.
Guillermo es músico de profesión, cantante de la banda de indie-rock Montana, aunque su segunda pasión es el campo charro
La idea de hacer un vino surgió poco después, con el fin de ofrecer a los invitados un caldo propio, elaborado en la misma finca. Dicho y hecho, en 2011 se plantaron las primeras cepas de Tempranillo y Syrah, tras contratar al enólogo Gonzalo Iturriaga, que determinó que la altitud -1.000 metros- y las condiciones climatológicas del entorno eran idóneas para este tipo de uva francesa. Otro nombre propio a destacar en este proyecto es el de Felicísimo –inisiste Guillermo- el viticultor que ha cuidado con mimo el viñedo desde sus comienzos como si fuera su propio hijo.
Felicísimo, viticultor de Tote Abe
Barricas de roble donde el vino reposa durante más de 24 meses
Tras olvidar un 2012 desastroso –los pájaros acabaron con los primeros frutos- sorprendentemente en 2013 obtuvieron una buena cosecha y en 2015 Peñín les otorgó 91 puntos, un acicate para padre e hijo, que les llenó de ilusión al alimentar su sueño de concebir un vino exclusivo, al nivel de los mejores vinos de chateau. Un vino tinto, monovarietal, de producción limitada, siempre de la máxima calidad y con 24 meses de barrica, 'tiempo necesario para domesticarlo' -resalta Guillermo-. Un vino de guarda, expresión de la tierra en la que se ha elaborado, un vino en definitiva auténtico, destinado a consumo propio pero también para ofrecerlo en carta en los mejores restaurantes del país.
Un sueño vinícola que poco a poco se está haciendo realidad y del que daremos más detalles en venideros reportajes...
Bodegas Tote Abe
https://toteabe.com/
Comentarios
Monica
Miércoles, 7 de Agosto de 2024
Este artículo refleja muy bien la ilusión por el proyecto de una bodega familiar con resultado de vinos magníficos!
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