Este domingo cambia la hora y toca atrasar los relojes
Lunes, 25 de Octubre de 2021
HosteleriaSalamanca.es
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La madrugada del día 31 a las 03.00 habrá que volver a poner las 02.00 en las manillas del reloj en lo que será el nuevo horario de invierno. Te contamos por qué se hace este cambio horario y otras curiosidades en HosteleríaSalamanca.
Este fin de semana podrás o bien dormir una hora más, o bien estar una hora más de fiesta... porque a las 03.00 de la madrugada del domingo 31 volverán a ser las 02.00. Los más jóvenes seguro que están deseando que llegue el sábado por la noche, pero también aquellos que necesitan una dosis extra de descanso lo agradecen.
Pero ¿por qué se produce el cambio horario y que efectos tiene sobre nuestro organismo. Hoy en HosteleríaSalamanca te respondemos a estas y otras preguntas.
Aunque se señala a Benjamin Franklin como responsable de esta norma, esto no es del todo exacto. El político americano se limitó a defender, en 1784, los beneficios que, en su opinión, tenía levantarse temprano: ante todo, ahorrar velas y aprovechar mejor la luz solar. Así, publicó un artículo defendiendo su postura en el Journal de Paris, pero no llegó a proponer un cambio de horario. Fue necesario esperar más de un siglo para que otros retomaran su testigo: el entomólogo neozelandés George Hudson lo propuso en 1895; el constructor William Willett, en Inglaterra (Reino Unido), abogó por el cambio horario en 1907; y, finalmente, Ontario (Canadá) fue la primera ciudad en hacer efectivo el cambio horario en 1908.
Pero cuando realmente se implementó a gran escala fue tras la Primera Guerra Mundial, momento en que muchos países europeos, empezando por Austria-Hungría y Alemania, lo hicieron con el objeto de ahorrar carbón y aceite mediante el aumento de actividad durante las horas de luz solar.
En principio, optar por el horario veraniego parece tentador: así dispondríamos de más horas de luz e, incluso, en los meses invernales no anochecería nunca antes de las 19:00 horas. Sin embargo, entrar al colegio o al trabajo cuando aún no ha amanecido (el sol saldría más tarde de las 9:00 horas) no resulta tan atractivo, y se estima que la productividad se resentiría con el cambio. Además, nuestras actividades se desarrollarían en mayor medida durante las horas de máximo calor, elevando el consumo de aire acondicionado. A cambio, las ventajas parecen obvias: disfrutaremos de más horas de luz natural y a la salida del trabajo aún no será de noche, algo muy valorado en un país como el nuestro, donde es habitual permanecer en la calle y estar activo hasta relativamente tarde.
Aunque para pocas personas el cambio horario supone verdaderos quebraderos de cabeza, ya que estamos muy habituados a realizarlo, con esta práctica nuestro cuerpo se resiente ligeramente. Por ejemplo, en este estudio señalan que a nuestro organismo le resulta más sencillo adaptarse al cambio de hora en octubre, mientras que no lo es tanto en primavera, en especial para quienes tienen por costumbre acostarse tarde y levantarse avanzada la mañana. El efecto es similar al que se observa con el jet lag: este nos afecta más cuando viajamos hacia el este —y, por tanto, perdemos tiempo— que cuando lo hacemos hacia el oeste. Aunque las diferencias entre individuos son notables, se calcula que por cada hora de cambio a nuestro cuerpo le cuesta un día adaptarse.
Según datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), el ahorro energético potencial ronda el 5%, en el caso de España; cerca de 350 millones de euros. De esta cantidad, cerca de 100 millones son del consumo doméstico (una media de 7 euros por hogar), y el resto se deben a la industria y a la iluminación de edificios.
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