Cata quincenal de la Asociación Añada

Fuente: Hosteleriasalamanca.es
Por Eva González

Hostelería Salamanca tuvo el honor de ser invitada a una de las catas que la Asociación Enológica “Añada” organiza cada dos semanas en el Tobogán. Una agradable velada, aderezada con buenas dosis de vino y donde destacó el buen humor de sus miembros.

“Hoy vamos a catar vinos de tres Denominaciones de origen, dos son varietales y uno plurivarietal, dos son reserva y uno crianza” con estas palabras dio comienzo el Secretario General de la Asociación Antonio Martín, la sesión de cata. Los 22 asistentes escucharon con interés esas particulares pistas que se les habían facilitado, rápidamente las asimilaron y comenzaron a balbucear nombres que podían corresponder a esas tres botellas que, escondidas tras una capa de papel de aluminio, presidían anónimamente la mesa.

Cada asistente disponía de su ficha de cata en la cual se iban anotando las puntuaciones personales que describían el color, aroma y finalmente sabor de los caldos.

“Éste tiene un retrogusto amargo”, “el color de aquel es desvaído”, “noto tonos madera y torrefactos” “el aroma es corto”... la sarta de variopintas expresiones parecía interminable y cada cual no dudaba en exponer su parecer ante los compañeros de mesa. Dcha: Antonio Martín dirigiendo la cata

Yo como aprendiz en la materia, agitaba las copas, una detrás de otra, para tratar de identificar las diferencias aromáticas de los tres vinos, cosa que resultaba harto complicada. Eso sí, sabía cuál me gustaba más: aquel que me resultaba más dulce y cuyo aroma recordaba a moras y frutos rojos (según había identificado previamente Antonio).

Javier anotando sus puntuaciones personales

Mientras cada cual seguía rigurosamente las fases de la cata, Javier, miembro de la Asociación que se ubicaba a mi izquierda, me contaba los inicios de la misma hace 18 años en una terraza de la calle Juan Picornel “Cuando empezamos no teníamos ni idea” repetía, y yo no podía creer lo que me decía viendo el despliegue de entendidos que tenía ante mis ojos.

Y llegó el momento de descubrir a los protagonistas de la velada: los caldos, que eran en cuestión un Reserva de Marqués de Cáceres 2001 DO Rioja, otro de la DO Uclés llamado Misterio del 2005 y el Pitacum Aurea 2003 de la DO Bierzo. Ya con la incógnita resuelta, se dio paso a una copiosa cena que mimó y alegró los estómagos de todos los allí presentes.

Una noche divertida y sobre todo muy instructiva; al menos cuando a partir de ahora me digan que un vino posee aroma a pimiento verde o a chocolate (no les engaño, estos aromas en vino existen)responderé sin apenas inmutarme "¿ah sí?, yo añadiría que muestra unos toques de levadura y humo".