Bienvenido enero ¡te estaba esperando!

Comenzamos un nuevo año que ya sí que sí esperamos nos traiga la salud tan ansiada desde marzo de 2020. Las vacunas han contribuido a que esta última ola del Covid no sea tan devastadora como las primeras, cuando la población aún no estaba inmunizada y, aunque hay un boom de contagios, de momento las UCI no están saturadas, aunque los médicos de atención primaria sí se quejan del trabajo desbordante en cuanto a tramitaciones de bajas y altas de infectados.

Por otro lado, los niños han regresado a las aulas y todos abogamos por que así continúen el resto del curso, pues ya hemos comprobado lo difícil que resulta conciliar trabajo, niños en casa y enseñanza online. Ayer por cierto vi una película francesa, disponible en Netflix, que refleja la vida de los vecinos de un mismo bloque parisino durante el confinamiento: “Calle de la Humanidad, 8”. Una cinta que me arrancó unas cuantas carcajadas y en la que se reflejan situaciones cotidianas que durante el confinamiento todos hemos experimentado: el miedo al contagio, la obsesión por el ejercicio físico, el desgaste provocado por la convivencia llevada al extremo, el teletrabajo, las complicadas relaciones con hijos adolescentes…  A todo ello se suma la convivencia entre los distintos vecinos del inmueble, personas muy dispares que también tendrán que ponerse de acuerdo para abordar los diferentes conflictos que van surgiendo en su comunidad. ¡Os la recomiendo!.

Enero nos ha traído la rutina de golpe tras días de descanso, banquetes opíparos y tiempo en familia. Ahora toca “coger de nuevo el ritmo”: madrugones, desayunos al galope, mañanas de cole y oficina, extraescolares por la tarde… Reconozco que abrazo con gusto comenzar la rutina, pero los jueves ya me encuentro derrotada, menos mal que el fin de semana procuro recuperar todas las horas de sueño que me dejan, arañando minutos por la mañana y refugiándome en el dormitorio tras el almuerzo, para reposarlo y poder relajar un ratito los párpados.  

Preparando dulces en casa con mi hija

Lo que más me gusta de esta época es tener tiempo y ganas de cocinar en casa y recuperar elaboraciones sencillas: las sopas, las legumbres, las verduras…  Adoro hacer pizza con mi hija los viernes y hornear algún bizcocho o galleta durante la semana. Me encanta que nos acurruquemos los tres frente a la chimenea, mientras disfrutamos de un dulce – ¡o de palomitas!- y vemos alguna de nuestras series predilectas. Entretanto, nuestra perrita retoza en el sofá de al lado, feliz de tenernos en casa casi todo el fin de semana.

En fin, enero es un mes para recuperar nuestros hábitos familiares, un mes para parar, sosegarnos y disfrutar de lo simple, sin grandes fiestas ni boatos, sin grandes planes ni copiosos platos, un mes tranquilo pero necesario. Ya llegarán más adelante meses de ajetreo, terraceo, viajes... y para abordarlos hay que estar descansado. ¡Feliz enero a todos!.

Eva González Hernández
Directora de Hosteleriasalamanca.es
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