Romanesco, una col curiosa y muy saludable

Característica de los meses de invierno, el romanesco o romanescu es una col de la familia de la coliflor y el brécol, que destaca por su curiosa forma angulosa. Apenas lleva tres décadas con nosotros, pues en España se introdujo en los años 80, pero cada vez son más los que se rinden a aus encantos.

Característica de los meses de invierno, el romanesco o romanescu es una col de la familia de la coliflor y el brécol, que destaca por su curiosa forma angulosa. Apenas lleva tres décadas con nosotros, pues en España se introdujo en los años 80, pero cada vez son más los que se rinden a aus encantos.  

Lo primero que nos llama la atención es su estética: de un color verde vivo y con forma "geométrica", pues sus brotes forman estructuras cónicas visualmente muy llamativas. De ahí que también se use como elemento decorativo, y es que su forma perfecta responde a la serie numérica de Fibonacci, cuya progresión explica también la formación de los caracoles.

Su textura es más crujiente que sus hermanas las coles y su sabor una mezcla entre la coliflor y el brócoli, pero su aspecto es tan bonito que muchos consumidores lo rechazan por parecerle artificial.

Pero no nos quedemos solo en el exterior; el interior del romanesco es muy interesante, y es que, tiene propiedades nutricionales muy valorables. Las más destacadas son su alto contenido en fibra, vitamina C, provitamina A, ácido fólico, potasio y fósforo. Y lo mejor de todo: produce menos gases que la coliflor ¡aleluya!. Es, por lo tanto, un alimento muy a tener en cuenta. 

¿Cómo comemos romanesco?

Esta curiosa col tiene muy pocas calorías:100 gramos apenas alcanzan 31 calorías. Aunque siempre el aporte calórico variará dependiendo de cómo lo cocinemos, no es lo mismo cocinarlo al vapor con un chorrito de AOVE que si le añadimos bechamel, bacon y cantidades ingentes de queso que harán que su aporte energético se dispare.

Antes de comenzar a cocinarlo, tenemos que separar los ramilletes y limpiarlos. Lo que nos comemos es el pedúnculo de la flor, que ramifica indefinidamente. Aunque puede comerse crudo, el romanesco admite varias técnicas culinarias: asado, frito, hervido, rebozado, gratinado… Aunque principalmente se prepara cocido en agua, al vapor o al horno. Puede ser plato principal junto a otras verduras, hacer de condimento, por ejemplo, en una tortilla o con pescado o protagonizar una guarnición.

Romanesco como guarnición

Algunas recetas sencillas con romanesco

Macarrones con romanesco y parmesano: el romanesco se cuece en ramilletes pequeños en ael mismo agua que la pasta, se cuela y se aliña con Parmesano rallado, pimienta negra recién molida y aceite de oliva virgen extra).

Pasta gratinada con romanesco: La elaboración es la misma que la anterior receta, pero el conjunto se cubre con bechamel y queso y se gratina al horno durante 10-15 minutos, hasta que la superficie quede doradita.

Romanesco en tempura: el romanesco se blanquea (sumergir un minuto en agua hirviendo), se baña en la mezcla de tempura y se fríe, ideal acompañarlo con salsa de soja.

Tortilla con cebolleta y romanesco: se hierve el romanesco hasta que esté al dente, se pocha la cebolleta en la sartén, se añade el romanesco y se saltea, añadir el huevo batido con sal y pimienta y cuajar.

Romanesco al ajoarriero: Cocer el vapor el romanesco hasta que esté al dente, mientras tanto sofreír ajo laminado en aceite de oliva, apagar el fuego y añadir pimentón, remover para que se dore con el calor residual. Finalmente añadir el vinagre y remover. Echar la mezcla sobre el romanesco hervido y salpimentado.