Pelar los langostinos dejando la parte final de la cola (guarda las cabezas, ideales para preparar un sabroso fumet) y quitando con cuidado el hilo intestinal (basta con hacer un pequeño orificio en el medio del lomo y tirar con un palillo, saldrá la tripa entera).
Hacer la masa de tempura: Poner en un bol el huevo batido, el agua casi helada (unos 100 ml) e incorporar poco a poco la harina de tempura, batiendo hasta que quede una textura cremosa, que se adhirera bien al langostino. Colocar el bol sobre una fuente con agua y hielos para que mantenga la temperatura fría en todo momento.
Introducir uno a uno cada langostino en la masa, agarrándolos por la colita que hemos conservado. Freír en aceite bien caliente en una sartén con fondo, tipo
wok, durante un par de minutos cada uno hasta que el rebozado se vea dorado y crujiente. Con una espumadera ir sacando los langostinos, escurrir bien de aceite y depositarlos en una fuente con papel de cocina para que absorba el exceso de grasa.
Mientras tanto, preparar la salsa en la que cada comensal los va a untar, mezclando a partes iguales salsa de soja, mirin, sake, agua y un poquito de jengibre fresco rallado (¡al gusto!).
Emplatar disponiendo los langostinos como se aprecia en la imagen, apoyados sobre la parte más ancha y juntando las colas, acompañados de un pequeño cuenco que contiene la salsa.
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