Lavar las fresas, quitarles el rabito y trocearlas en trocitos medianos. Ponerlas en una fuente, espolvorear tres cucharadas de azúcar sobre ellas, remover con cuidado de no machacarlas y dejar reposar durante diez minutos. Así quedarán menos ácidas y más jugosas.
Mientras tanto, separar las claras de las yemas, poniendo las tres claras y las dos yemas que se necesitan para esta receta en diferentes recipientes. Montar las claras a punto de nieve con las varillas de la batidora y reservar en frío.
En otro recipiente grande batir las yemas con las tres cucharadas de azúcar hasta que tengan una consistencia espumosa e ir añadiendo poco a poco el queso mascarpone mientras se continúa batiendo, agregar también el chorrito del alcohol que se ha elegido (brandy, vino dulce...).
Finalmente, se añaden con cuidado las claras montadas a la mezcla de las yemas con el queso, se mezclan bien con movimientos suaves y envolventes de abajo a arriba.
Preparar seis copas de cristal, colocar en el fondo de cada una las fresas troceadas y rendidas en el azúcar para crear la primera capa del postre. Se cubre con una generosa capa de la crema de mascarpone, se continúa con otra capa de fresas y se finaliza con otra de crema de mascarpone.
Se puede decorar cada copa con media fresa, una entera "clavada" en el medio de cada copa o como en la imagen con frutos rojos variados lavados y secos.
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